martes, 16 de septiembre de 2014

Capítulo 14

Mi vista se comenzó a nublar. Pestañeé y la cortina de la ventana de la secretaría se ondeaba como una bandera en lo alto de un barco. De repente noté como todos mis músculos se desplomaban en el suelo y la baldosas azotaban mis rodillas. Me levanté rápidamente y miré a Paul.

-¡Mi hermana! -dije corriendo hacia la ventana con los ojos borrosos por las lagrimas.- ¡Se ha llevado a mi hermana!

De repente noté la mano de Paul en mi hombro mientras yo seguía con la vista fijada en el campus del instituto, buscando la silueta de mi hermana. No habían pasado ni un minuto, no podían haber ido muy lejos.

-Salgamos de aquí y empecemos a buscarla. -dijo mientras me cogía del brazo y me sacaba de la sala de secretaría.

Corrimos por el instituto hasta la salida y nos montamos en mi coche. Tras cinco intentos de meter la llave, lo conseguí. Me temblaban las manos y todavía tenía la visión borrosa por las lagrimas. Me las limpié y miré a Paul.

-¿Donde narices vamos Paul? -dije algo histérica y cansada.

-Conduce hasta las afueras. Allí hay un bar donde suelen juntarse los de... su especie. -dijo mientras bajaba la ventanilla del coche.

El bar. Lo conocía. Fue el bar que visité persiguiendo a aquellas personas que me encontré en el bosque, que luego resultaron ser oscuros y casi nos matan.

-Lo conozco -dije decidida- Vamos.

De repente mientras conducía por la carretera principal, mi cabeza empezó a arder y diversas imágenes se nublaron en mi mente.

-No por favor, dejame.-dijo una voz en mi mente. La voz de mi hermana.

Podia ver como la cara de Daniel adquiría un tono rojizo por la ira y sus manos abarcaban las muñecas de mi hermana. Empezó a decir unas palabras que no lograba entender. Eran una serie de diapositivas en mi mente. Mi hermana no paraba de chillar mientras él la sujetaba. Era una sala blanca, aparentemente sucia y con un gran foco en el techo. Estaba sumida en aquellas imágenes haciendo caso omiso a la carretera.

-¡Amelie!

Una voz a lo lejos empezó a intensificarse hasta retumbar mi tímpano. De repente noté como las manos de Paul agarraron el volante y ví como estabamos casi fuera de la carretera. Gracias a la ayuda de Paul conseguí centrar el coche en la carretera después de cientos de pitidos de los demás coches.

-¿Estas bien? -dijo Paul tornando su cuerpo hacia mi.

-Si... sólo que -dije negando con la cabeza confundida- Algo. He visto algo. Le he visto con mi hermana en una sala.

Noté como Paul se colocó en el asiento mirando al frente y apoyaba la barbilla en sus nudillos pensando. Centré la mirada en la carretera intentando buscar algún sentido a la visión, pero no lo conseguía.

Tras diez minutos, me encontraba enfrente del bar, tan cutre como siempre. Me bajé del coche rapidamente y en tan sólo unos segundos estaba dentro. Todo estaba cómo recordaba. La música metálica de fondo y el olor a humanidad. La única diferencia es que ahora está lleno de gente, todos con ropas oscuras y viejas. Al entrar, el ambiente se silenció y las docenas de miradas recayeron sobre nosotros. En un impulso cogí la mano de Paul y me dirijí con él a la barra. Las personas retomaron sus conversaciones y el bar se convirtió en algo más entretenido. Pedimos dos refrescos mientras inspeccionaba cada una de las caras del bar. Nada. Ninguna era la de él. La fustración se apoderó de mi, miré a Paul y carraspeé.

-Voy al baño -dije mientras daba un trago a mi coca-cola y me levantaba.

El asintió aún inspeccionando la sala. Entré en los baños y un apestoso olor me hizo dudar sobre entrar o no hacerlo. Cogí algo de aire e inundé mi nariz en el suéter. El baño de chicas era sencillo. Azulejos blancos y negros y el espejo roto. Un sonido constante, el de una lámpara averiada me extrañó. Procedía de detrás de la pared. Pegué mi oido y cerré mis ojos centrandome en el constante sonido. Sí, era ese sonido, el de una bombilla tintineando. Tal vez era aquella luz que alumbraba la sala de la visión. Tan sólo tal vez. Salí del baño intentando buscar una trampilla o una puerta que llevara a la habitación de al lado, pero nada, todo estaba tapiado. Entré de nuevo al baño e inspeccioné las baldosas. Noté que dos del medio estaban ligeramente movidas, parecía que las habían desencajado. Las toqué con mis nudillos y el sonido hueco afirmaba que era cierto. Las desencajé y pude ver los baldosines blancos de la visión. Comencé a desencajar los demas y de repente un gemido me asustó. Asomé la cabeza y era mi hermana. Abrí los ojos como platos y le gesticulé que estuviera callada. Cuando saqué los baldosines suficientes como para poder pasar, atravesé la pared y entré en la sala. Era igual a la de mi visión. Me acerqué corriendo a mi hermana y le quité la venda que tenía en la boca.

-Tranquila, ya nos vamos, tranquila -dije susurrando mientras le quitaba los mechones de pelo de la cara.

-¿Donde creeis que vais? -dijo una áspera voz detrás de mi.

Me giré y observé la cara de Daniel. Cómo cada uno de sus cabellos se veían iluminados por el foco de luz y como sus ojeras se intensificaban.

-Dejala ir. Esto, posiblemente sea un tema entre tú y yo -dije cruzandome de brazos.

-Posiblemente -dijo Daniel esbozando una malévola sonrisa.- Claire cielo, creo que Paul te está esperando fuera.

-No les hagas nada. A ninguno de ellos. -dije señalandole.

-A cambio de una cosa -dijo acercandose a mi mientras ladeaba su cabeza.

-Que. -dije asintiendo. Estaba segura de que haría cualquier cosa por ellos.

-Unete a nosotros. Vente con nosotros. -dijo él.

Mis ojos rodaron por toda la habitación confusa. Si mantener con vida a mi hermana y a Paul significaba tener que irme con el enemigo, sin dudar lo haría.

-Si me voy con vosotros, no tocaréis a nadie. Ni a mi familia ni a Paul.-dije mirando fijamente a los ojos de Daniel mientras me acercaba a él.

De repente, una sonrisa terrorifica me hizo retroceder algunos pasos hacia detrás. Sus dientes eran perfectamente blancos y alineados, como sacados de un anuncio dental con mil efectos de retoque.

-Perfecto -me cedió la mano para que la tomara pero decidí hacer caso omiso.

Pero de repente una cosa me vino a la cabeza. Paul y mi familia. Tal vez si me iba con ellos, no volvería a verles. Pero se, que si miro tan sólo un instante a Paul o escucho una réplica de mi familia me echaría atrás y ellos sufrirían. Tras pensarlo durante un instante, cojí la mano de Daniel. Era fría y suave. Cerré los ojos y las lagrimas cayeron sobe mis mejillas.

Abrí los ojos y me encontraba en medio de la oscuridad. Miré hacia todos lados pero lo unico que veía era oscuridad. Notaba como aún tenía cogida al mano de Daniel y me solté con brusquedad.

-¿Dónde estamos? -dije asustada mientras movía mis manos intentando buscar alguna pared.

No recibí ninguna respuesta. ¿Dónde estaba? ¿Por qué de repente todo estaba oscuro? ¿Teletransporte? Creía que eso sólo existía en las peliculas. De repente un sonido chirriante retumbó en la sala donde nos encontramos y poco a poco una leve luz la iluminó.

viernes, 15 de agosto de 2014

Capitulo 13.

Tras un cuarto de hora esperando a Paul, su figura musculosa, su cara de preocupación y su irregular respiración, señal de que vino corriendo, entró por la puerta de la habitación de mi hermana.

-¿Qué pasa chicas? -dijo mientras se acercaba a nosotras y se sentaba en la cama jadeante.

-Paul. -dije mientras cogía el cuaderno- Estos círculos, estos círculos son iguales a los que vi en el sueño. Pero para colmo... -señalé el teléfono de mi hermana y ella se lo mostró a Paul.

Dejé un minuto para que Paul analizara la foto. Su cara tornó de preocupación a terror. Sus ojos se abrieron como platos y sus labios fruncidos señalaban que tal y como pensaba, teníamos un problema.

-¡Paul! -chillé repetidas veces en vano- ¡Paul! ¿Qué ocurre?

Después de cinco minutos en los que Paul solo hacía mirar la foto con cara de horror y respirar, alzó la vista hacia mi.

-Es él Amelie, es él, el hijo de los oscuros. -frunció el ceño y se levantó.- Va a vuestra clase, ¿verdad?

Mi hermana y yo asentimos a la vez.

-Perfecto, vamos a ir a vuestro instituto. Iremos a secretaria y buscaremos toda la información que tengan sobre él: dirección, teléfono... -dijo Paul mientras se arremangaba su camisa azul.

Miré a Claire y vi la confusión en sus ojos.

-Iremos los tres, ¿vale Claire? -dije mientras intentaba desaparecer mi cara de preocupación y acariciaba su brazo.

Ella asintió y sin decir una palabra, cogió una rebeca negra que tenía encima de la cama y se la puso. Salimos de casa después de explicarle a mi madre que íbamos al cine. Odiaba mentir a mi madre, ella tan dulce y confiada asentía contenta a todas las mentiras que le contaba. Cogí el coche de mis padres, me senté en el asiento del conductor dispuesta a conducir hasta el instituto. Paul se sentó a mi lado y me miro con cara sarcástica.

-¿Sabes conducir? -alzó la ceja de la manera que sabía ponerme realmente nerviosa.

Mi hermana se sentó en la parte de detrás todavía sin pronunciar una palabra.

-¿Perdona? ¿Tu también eres de los que creen que las mujeres no sabemos conducir? -dije mientras sonreía de lado.

-Oh no no -negó con la cabeza sonriendo- Tan sólo, que se me hace raro verte conducir.

-Claro -suspiré- Es mejor verme romper piedras con un collar mágico -dije irónica.

Paul alzó las cejas, exhausto y con la boca abierta intentando buscar una respuesta. Negó con la cabeza sonriendo y se recostó sobre el asiento. Puse las manos en el volante y pisé el acelerador.

En tan solo cinco minutos estuvimos frente a mi instituto. Durante el viaje, Paul intentó sacar conversación a mi hermana, lo cual fue en vano. De vez en cuando, Paul dejaba caer su mano en mi pierna, yo le miraba y en sólo dos minutos, casi atropello a una anciana y me choco contra una farola.
Bajamos del coche y andamos hacia la puerta.

-Al ser domingo, no estará ni el chico de la limpieza -dijo mi hermana.

Paul y yo nos giramos hacia ella sorprendidos de que por fin haya hablado.

-Tienes razón. -dije- Pero mi pregunta es... ¿Cómo vamos a abrirla? -miré a Paul frunciendo el ceño.

Paul sonrió y se paró en seco frente la oxidada puerta del instituto.

-Toca tu collar y piensa en abrirla -dijo Paul mientras me miraba.

-¿Qué? ¿Que... puedo hacerlo? -dije enarcando las cejas y pensando en la fantasiosa y sorprendente idea.

Después de que él asintiera, toqué delicadamente mi collar y cerré los ojos. Me imaginaba como la pesada puerta se abría de golpe. Apretaba cada vez mas fuerte el pequeño colgante y mi cabeza cada vez estaba más concentrada en abrir la puerta. Un ardor cálido, plácido pero a la vez irritante circulaba por mi cabeza. El pensamiento y deseo de que la puerta se abriera cada vez era mas grande. Un sonido chirriante rompió el silencio y concentración en el que me había fundido. Abrí los ojos asustada y la metálica puerta se encontraba abierta de par en par. Miré a mi hermana y a Paul desconcertada y ligeramente orgullosa. La cara de mi hermana mostraba asombro, como la cara de un niño la noche de Navidad. La cara de Paul mostraba tranquilidad pero a la vez sorpresa de que por fin tenga la confianza como para hacerlo.
Con orgullo, comencé a caminar hacia dentro. Un olor a tiza, cuadernos y sudor inundó mi naríz. De repente tras unos cinco metros, otra puerta, tal vez igual de ancha que la principal se encontraba enfrente mía.
Mi hermana y Paul se colocaron a ambos lados de mí.

-El director la puso hace unos meses -dijo mi hermana- Todavía no entiendo la razón, pero el buzón de quejas está lleno por esta maldita puerta.

Mi hermana era una de las delegadas de clase y representante del alumnado en mi instituto. Siempre se le ha dado bien hablar delante de la gente.

Paul suspiró y yo le miré con actitud cansada.

-Está bien -dije mientras bajaba la vista a mi collar.

-No -dijo Paul mientras tocaba mi brazo. Echó un pie hacia detrás y en tan sólo un segundo, su pie golpeo la puerta, derrumbándola. El sonido del metal cayendo alteró mis oídos. Miré a Paul sorprendida y exhausta.

-¿En serio? -dije mientras mi hermana y Paul caminaban delante mía pasando la puerta.- Me podía haber ahorrado el numerito. -susurré con la vista en el suelo.

-Si lo hubiera hecho, no sabrías que puedes hacer eso -dijo Paul mientras se giraba hacía mi con los brazos cruzados.- Vamos antes de que alguien se de cuenta de que estamos aquí.

Recorrimos los pasillos de mi instituto hasta llegar a secretaría. Una vez allí, nos encontramos con la puerta abierta.

-Siempre está cerrada -dijo mi hermana frunciendo el ceño mientras tocaba el pomo de la puerta.

Entré cuidadosa dentro y todo estaba en orden. La silla colocada perfectamente frente al escritorio, las estanterías llenas de libros antiguos y un armario metálico con cuatro cajones. Lo señalé y me giré hacia Paul y mi hermana.

-Tiene que estar allí.

Me acerqué y abrí uno por uno hasta dar con la carpeta de alumnos de mi clase, la clase de mi hermana, donde está el chico de mis pesadillas, el nuevo amigo de mi hermana, nuestro enemigo. Ojeé la carpeta, alcé la vista y miré a mi hermana.

-¿Como se llama? Buscamos al chico y aún no se como se llama -dije confundida.

-Daniel -dijo Paul rápidamente.

-Daniel... -susurré mientras ojeaba en busca de su nombre. Di un leve golpe a uno de los papeles- Daniel. Aquí está.

Dejé en la mesa los demás informes y me centré en el de Daniel. Comencé a leer en voz alta toda su información.

-Daniel Thones, domicilio... -fruncí el ceño- Tan sólo a dos calles de mi casa. No tiene ningún número de teléfono registrado.

Giré mi vista hacia Paul y mi hermana. Estaban tan confundidos como yo.

-Tal vez debamos ir a la dirección que dice el documento -dijo finalmente Paul cogiendo el papel y leyéndolo como detenimiento.- Hagamos una fotocopia. -Paul me dio de nuevo el papel.

-Yo la haré -dije recogiendo el papel y mostrando una leve sonrisa.

Paul y mi hermana salieron de secretaria y yo me dirigí a la fotocopiadora. La abrí, coloqué el papel en la pantalla y pulsé el botón de fotocopiar. Me di la vuelta para observar dónde se habían dirigido Paul y mi hermana.

-¿Paul? -dije alzando la voz.

El cuerpo de Paul se asomó por la puerta con una sonrisa.

-Estoy aquí señorita -dijo mientras se apoyaba en el marco de la puerta. Su sonrisa cambió a una mueca de confusión, sus ojos pasaron de estar mirándome a mirar más allá de mi. Me di la vuelta buscando aquello que tanto miraba Paul. La fotocopiadora había impreso miles de papeles, con manchas extrañas.

-¿Que...? -dije mientras me agachaba a coger los papeles y los dejaba en la gran mesa de escritorio- ¿Qué narices es esto?

Mi hermana al oír el alboroto entró en la habitación y nos ayudó a recoger los papeles.

-Tal vez... -Paul comenzó a observar los papeles con detenimiento arrugando la nariz y frunciendo el ceño. Los fue colocando cuidadosamente unos al lado de otros.

-Quizás alguien quiera decirnos algo, pero, ¿quién? ¿Quién ha hecho esto? -dije colocando los papeles intentando encajar los dibujos.

Paul y mi hermana se colocaron alrededor de la mesa y me ayudaron a encajar los papeles.
Media hora, todavía no habíamos encontrado solución.
Una hora, poco a poco los dibujos encajaban, teníamos una ligera idea de lo que estos papeles querían enseñarnos.
Una hora y media. Nos secamos las manos sudorosas. Nos alejamos de la mesa para tener una vista general. Estaba claro, se veía claramente lo que los papeles representaban.
Era la cara del chico. La cara de Daniel.

-¿Una hora y media? ¿En serio? Hasta los babuinos en tan solo diez minutos habrían resuelto esto.

Una voz envuelta en un eco un tanto terrorífico procedía del pasillo. Corrí hacia el pasillo y alcé la vista a ambos lados.

-¿Daniel? -chille con la voz entrecortada.

Unos pasos detrás de mi me alertaron, me quedé lo más quieta que pude, no supe reaccionar. Paul se puso a mi lado, inquieto y mirando a todos lados. Una sombra negra, se acercaba a paso tranquilo hacia nosotros. Recordaba esa forma irregular de andar. Era el chico que me tendió una botella de agua en mi sueño.

-¿Daniel? Se que eres tú. -dije nerviosa.

Daniel comenzó a aplaudir.

-Chica lista -dijo. Su voz era aterciopelada, masculina y un tanto grave. Una figura musculosa, vestida de forma casual y con una pulsera negra, aparentemente de cuero se acercó a mi.

Su presencia me inquietaba y me aterrorizaba. Cuando por fin le tuve enfrente mía, aprecié sus oscuros ojos, su pelo perfectamente peinado y su marcada nuez. Su nariz redonda y puntiaguda y sus pómulos perfectamente señalados.

-Se que has sido tú, el ingenioso que nos ha dejado esos dibujos ahí -dije armándome de valor mirándole a los ojos.

-Veo que has pensado, ¿Amelie era verdad? -dijo mientras caminaba alrededor mía.

Mi respiración comenzó a alterarse y mi corazón marcaba un ritmo acelerado. Se colocó detrás de mi y comenzó a andar hacia secretaría. Me di la vuelta y nerviosa me dirigí a la puerta de esta.

-Claire, compañera -dijo Daniel a mi hermana. Un sentimiento de ira me inundó.

-¿Que haces hablando con mi hermana? -dije mostrando una mueca de asco. El se giró y mostró una sonrisa alentadora.

-Es mi amiga -dijo agarrando a mi hermana del brazo. Alzó la mano libre que le quedaba y mis músculos comenzaron a detenerse. Un frio congeló cada parte de mi cuerpo. Intenté moverme pero no lo conseguí. Miré de reojo a Paul y observé como él me miraba intentando mover alguna fibra de su cuerpo. Alcé la vista a Daniel y mi hermana y ya no estaban.


miércoles, 9 de julio de 2014

Capitulo 12.

Los sueños son un reflejo de nuestro yo mas interno. Dicen que en cuanto cerramos los ojos, comenzamos a soñar y sólo recordamos una pequeña parte de ellos. Si alguien puede manipular nuestros sueños, es que ejerce un poder sobre nosotros, un poder fuerte.

Abrí los ojos, observé a mi alrededor. Estaba en medio de un terreno árido y caluroso. Las gotas de sudor caían sobre mi frente y un ardor deseoso de agua corría por mi garganta. Me levanté y me sentía cansada, como si hubiera estado andando todo el día. Conseguí erguirme y caminar lentamente mirando a mi alrededor.

-¿Donde estoy? -susurré.

Por lo que mi vista alcanzó, estaba sola. Ni una sola planta, ni persona, ni animal. Sola. Comencé a caminar mirando a mi alrededor, fatigada por los potentes rayos de sol que caían. Miraba al horizonte y lo único que veía era una larga línea infinita de arena,

-Esto es un sueño, despiértate -dije concienciándome de que lo que estaba sucediendo sólo era un sueño.

De repente una sombra negra apareció a pocos metros delante mía. Examiné su forma y era la de un hombre musculado y aparentemente mayor.

-Amelie -chilló con una voz que conocía.

-¿Papá?

Corrí hacia él, aliviada de que mi padre se encontraba en perfectas condiciones. Llegué hasta él y le di un abrazo lo más fuerte que pude. Realmente olía a su perfume, ese perfume que sólo se echaba los domingos cuando iba a por el periódico y nos traía dulces recién hechos. Su corazón latía muy deprisa. Me aparté para mirarle y vi como su cara había cambiado por completo, esa cara no era la de mi padre, ese hombre no era mi padre. Me aparté aún más y le lancé una mirada desafiante.

-¿Quien eres? Eras mi padre y de repente...-dije muy aturdida.

El hombre comenzó a reírse de forma terrorífica, con carcajadas sonoras y graves. Tenía el pelo negro como el carbón, los ojos marrones y su pelo dibujaba ondas perfectas. La camiseta gris que llevaba marcaba cada uno de sus músculos. Ese chico se convirtió en un instante de mi padre a un chico de veinte años.

-¿Quien eres? -repetí insistente lanzando una mirada aún mas desafiante.

Seguía sin contestar. Se limitaba a mirarme con una sonrisa ladina y los ojos bien abiertos. Me acerqué a él y le di un empujón, el cual no surgió ningún efecto en él. De repente una mano tocó mi hombre. Al girarme, el mismo chico se encontraba detrás mía, con una sonrisa mas amplia todavía. Dos chicos iguales me miraban con cara de asesinos en serie y confirmé que lo que estaba sucediendo era un sueño. Mas que un sueño, una pesadilla ya que mis pulsaciones comenzaron a acelerarse y me aparté de ellos caminando lo más rápido que pude. Alcé mis vista hacia detrás y habían desaparecido. De repente, no dos si no cinco personas con el mismo físico del anterior se situaban delante mía, sonrientes y asombrosamente iguales.

-¿Que queréis?- dije chillando.

Uno de ellos se acercó con una botella de agua en la mano. Observé la botella y como el agua se movía de un lado para otro mientras el chico caminaba irregularmente. Volví a mirar al chico.

-¿Tienes sed? ¿Notas esa punzante agonía y esa necesidad de una gota de agua? Toma esta botella, si la tomas y sacias tu sed, tendrás que huir del castillo y unirte a nosotros, los oscuros, si no la tomas, mataré a tus seres queridos.

Tragué la poca saliva que me quedaba y comencé a pensar. Estaba claro que no iba a unirme a ellos, son el enemigo, pero lo que menos quería en este mundo es que mi familia o Paul salieran heridos, o muertos... Observé la botella y luego pensé que era un sueño, las mínimas posibilidades de que eso fuera real me convencieron.

-No pienso beber, no lo haré -dije decidida cruzándome de brazos.

-Muy bien Amelie, es tu decisión.

De repente el chico que estaba delante mía miró hacia atrás y yo lo hice con él. Uno de los chicos, tenía atada a mi hermana amenazándola con un cuchillo. Corrí a por ella, con la sorpresa de que no me podía mover, mis pies no reaccionaban y no podía moverme. Veía como mi hermana lloraba y chillaba mi nombre y yo no podía moverme. Cerré los ojos y los chillidos cesaron. Abrí los ojos y mi hermana estaba en el suelo, muerta, con una herida en forma de círculo en su muslo.


-¡Eh! Amelie... tranquila.

La mano suave de Paul me despertó. Abrí los ojos, con el corazón acelerado y la respiración entrecortada.

-Ha sido un mal sueño -dije aún con el ceño fruncido.

Paul se tumbó y yo me tumbé con él, apoyándome en su pecho intentando relajarme. Me acariciaba el pelo mientras miraba hacia el techo y yo escuchaba el tranquilo latido de su corazón y comencé a relajarme.

-Estaba en una especie de desierto, no había nadie, hacía mucho calor y tenía una sed inaguantable. De repente un chico moreno y con ojos marrones se paró, luego dos iguales que él y luego cinco. Me ofrecieron agua a cambio de que me uniera a ellos, lo rechacé y mataron a mi hermana -dije entre sollozos.

Paul besó mi frente tranquilizándome.

-Es solo un sueño, pero, ¿ese hombre, era joven?-dijo Paul con un tono de interés.

-Sí, aparentaba veinte años al menos.

Me levanté y observé su cara de preocupación.

-¿Qué pasa Paul?

-Solo que tal y como me lo describes, creo que se quién es. Es de los oscuros, pero no es cualquier persona, es el hijo del rey de los oscuros Amelie. ¿Nunca habías visto a ese chico como para recordarle?

-No, nunca le vi -dije negando con la cabeza.

Paul se sentó en la cama y peinó su pelo con cara de preocupación. Suspiró y me miro con ternura.

-Es sólo un sueño, no te preocupes, ¿vale? -dijo acariciándome la cara.

-Vale, además, quiero ir a ver a mis padres.

-Claro, me encargué de decirles donde ibas a estar, pero te echarán de menos. -dijo sonriendo.

-Tengo que coger varias cosas.

Paul no respondió, cogió mi cara y me besó. Ese beso hizo que la pesadilla pasase a segundo plano. Nos volvimos a tumbar besándonos.

-Esta ha sido una noche genial Paul -dije sonriendo en sus labios.

-Tú eres genial -dijo besándome.

-Será mejor que me levante y me vista porque como siga así, no lo haré hasta que anochezca -dije sonriendo mientras me levantaba.

Paul me cogió del brazo y me volvió a tumbar.

-Sólo cinco minutos más -dijo besándome.

Tras una hora, salí de la cama y nos arreglamos para poder ir a ver a mis padres. Cuando estuve lista, salimos por la puerta hacia el exterior del castillo. Nos encontramos a Rick y nos informó de que Madelle estaba en perfectas condiciones y le agradecimos todo lo que hizo por nosotros. Salimos del castillo y una rosa blanca estaba junto a la silla en la que el elfo solía subirse.

-Cuando entraron, le mataron. -dije mirando a Paul un poco triste.

El asintió en silencio.

-Luego le traeremos una flor. -dijo echándole el último vistazo a la silla y comenzó a andar.

Le seguí y andamos durante media hora hasta llegar a la puerta. La pasamos y cruzamos el bosque hasta llegar a la calle donde estaba mi casa. Me encontré a unos cuantos vecinos preguntándome el por qué me había ausentado del barrio algunos días. Me limitaba a decir lo mismo a todos: ''Estuve de viaje con mi clase''. Cuando llegamos al umbral de mi casa, inspiré hondo y tomé la mano de Paul. Toqué dos veces el timbre.

-¡Amelie! -dijo mi madre, mientras abría la puerta y se abalanzaba sobre mi.

-Mama, ¿cómo estas? -dije mientras pasaba a casa.

-Hola Paul. Bien cariño, ¿y tú como estas? ¿Te ha pasado algo? -dijo mirándome de arriba abajo buscando cualquier rasguño.

-Oh no mamá, todo está muy tranquilo -dije mientras me inventaba cualquier respuesta que no fuera la verdadera.

-Se que ha sido todo de golpe Amelie pero...

-Ese sitio es precioso mamá, no te preocupes, todo va genial. -dije mientras miraba a Paul mostrando una sonrisa falsa.

-Oh ya entiendo -dijo mi madre mientras nos miraba y comenzó a reír.

-¿Y Claire y papá?

-Aquí -dijeron al unisono.

Corrí a abrazarles sonriendo. Me separé y les miré aliviada.

-Me alegro de que estéis bien -sonreí mientras suspiro.

-Bueno, yo tengo que hacer unas cuantas cosas, luego vendré a buscarte -dijo Paul mirándome.

-Oh claro. Adios Paul -dije mientras me acercaba y le daba un beso en la mejilla.

Salió de casa y los comentarios sobre si estaba con él o no empezaron a caer sobre mi. A todos respondía asintiendo y feliz, bueno, menos al comentario de si había tenido relaciones sexuales, a ese, dije que no.

-Tengo que contarte algo hermana -dijo Claire mientras me cogía de la mano y me subía por las escaleras.

Subí hasta su habitación desordenada y me senté en su silla de estudio. Comencé a mirar la mesa y vi que en su cuaderno de matemáticas tenía círculos dibujados. En mi sueño aparecían círculos.

-¿Qué es esto ? -dije señalando su cuaderno.

-Oh si, claro, si hoy hubieras venido a clase lo sabrías. -dijo sonriendo.

-Tenía cosas que hacer Claire, mañana si podré ir -dije suspirando.

-Pues, hay un alumno nuevo, y es mi compañero mira -dijo sacando su móvil del bolsillo y buscando algo.

-Nos hicimos una foto, es el de la derecha. Se reía con mis gracias y me escribió esos dibujos en el cuaderno. Es adorable. -dijo mi hermana mientras me tendía el móvil sonriendo.

Cogí el móvil temblorosa y observé que el chico de mi sueño, el chico que mató a mi hermana dentro de mi mente era el nuevo alumno del instituto, que precisamente se sentaba con mi hermana dibujándole los mismos círculos que vi en su muslo cuando cayó al suelo muerta.

-Claire, ese chico... No. He tenido un sueño sobre él, él, es de los otros Claire, es oscuro y he soñado con estos círculos, y él te mataba Claire. No quiero que te acerques a él. -dije casi sin oxígeno en mis pulmones.

-¿Cómo? No puede ser, él es amable. Amel, no, él me gusta, ¿vale? Es guapo y simpático y él no es oscuro.

Hice caso omiso a sus comentarios y saqué mi móvil para llamar a Paul. Tras cuatro pitidos, su dulce y masculina voz contestó.

-¿Que pasa Amelie?

-Ven, tengo un problema.

domingo, 6 de julio de 2014

Capitulo 11.

Mis ojos comenzaron a inundarse de lagrimas, pero no lagrimas de tristeza, lagrimas de odio.

-¿Que quieres ? -dije mirándole a los ojos, mostrando la mayor rabia posible.

El hombre, comenzó a acercarse a mi y yo retrocedía paso a paso.

-Mejor dicho Amelie, a quién quiero. -dijo señalándome con su dedo anular.

De repente, el hombre llamó a otra persona, con pasamontañas y vestido de negro que agarró a Madelle dejando al hombre sin pasamontañas libre. Comienzó a andar hacia mi y yo me quedé quieta, indicando que no le tengo miedo. Cada vez estaba mas cerca de mi y cuando estábamos a pocos centímetros, estampó su puño contra mi cara. El impulso hizo que me cayera al suelo y mi vista se nublara. Logré obtener fuerzas para darle una patada y dos puñetazos, uno en cada mejilla. Él agarró mis muñecas con bastante fuerza y consiguió darme otro puñetazo con una de sus manos.
Apreciaba los ahogados chillos de Paul que el pañuelo impedía que su voz retumbara. Miré hacia el techo pensando que tenía todo perdido, cuando en una de las vigas del techo estaba Rick. Cuando le ví abrí los ojos como platos e intenté soltar mis manos. Él me indicó que me callara y que esperara, aunque no creía que fuera a aguantar mucho más cuando el hombre me ofreció otro puñetazo haciendo que me sangrara la nariz. El hombre se levantó y giré mi cara hacia Paul.
Vi sus lagrimas y sus movimientos intentando soltarse y asentí diciéndole que todo estaba bien. Hasta en estos momentos y atado en una silla y con un pañuelo en la boca, Paul era la persona mas hermosa del mundo. Al verle sufrir y llorar, comencé a llorar, de estas veces que no sabes cuando pararás. Giré mi cabeza al techo y veo a Rick mirando como el hombre estaba de espaldas hablando con Madelle. Observé como Rick me hacia señas, indicándome que fuera a por Paul. Asentí, exhalé la mayor cantidad de aire que pude y me levanté decidida. Fui a por el hombre que tenía amordazado a Paul y le dí un puñetazo en la garganta. Este se tambaleó y se cayó dándome tiempo a soltar las cuerdas de Paul y quitarle el pañuelo.

-Tienes fuerza, ve a por él -dije mientras señalaba al hombre- Yo ayudaré a Rick.

-¿Estas bien? -dijo frunciendo el ceño.

-Ocúpate de él, yo estoy bien -dije mientras mostraba una sonrisa falsa pero tranquilizadora.

Observé como Paul fue directo al hombre y como su espalda se ponía cada vez más tensa. El hombre se dio la vuelta y se encontró con el puño de Paul. Me giré hacia el chico que había cogido a Paul y me puse encima de él, dándole un par de puñetazos y patadas más. Cuando terminé con el, miré hacia arriba asintiendo a Rick. Me dirigí hacía el lugar donde Paul, pegaba tan fuerte al hombre como podía. Sus movimientos eran bruscos y terribles. Observé con la rabia en que lo hacía y me daba  miedo. Cómo una persona como Paul dejaba ver su lado más horroroso y salvaje, propinando puñetazos como un borracho de bar, aunque realmente ese hombre se lo merecía. El hombre que tenía a Madelle intervino a la pelea, tal y como queríamos que ocurriera. Fui con Madelle para quitarle las cuerdas y por fin Rick bajó de un salto y se acercó al chico que tenía Madelle y le propinó otro puñetazo mientras cuidadosamente me dirigí al hombre.

-Ya Paul, para, lo hemos conseguido -dije mirándole de forma relajada y casi susurrando.

Paul seguía pegando a ese hombre mientras él se defendía como podía.

-Paul, ¡ya! -chillé de tal forma que retumbó en toda la sala y Paul paró.

Tiré del collar y lo guardé en mi bolsillo. Alcé la vista y vi al chico que pegué en el suelo, el hombre que tenía mi collar tumbado junto al otro chico y nosotros tres de pie alrededor de ellos.

-¿Quién eres? -dije mientras observaba las lagrimas del hombre y su respiración entrecortada luchando por que su corazón siguiera latiendo.

De repente Paul dio un paso y puso su pie en la cara del hombre.

-Es Kodal. El jefe de los oscuros aquí arriba. -dijo Paul todavía con el pie en la cara del hombre.

-¿Qué hacemos con él? -dije mirando a todos.

-Encerrarle, a los demás, matadlos. -dijo Madelle con tono de seguridad.

-Yo le llevaré a las mazmorras -dijo Rick cogiendo de la pierna a Kodal.

Me dirigí al uno de los chicos y cogí uno de los puñales que llevaba en su bolsillo. El chico aún se movía y con dificultad intentó detenerme, pero en esos instantes era más fuerte que él. Cogí el puñal y respiré hondo mentalizándome que casi mata a Paul y que no se merece vivir. Entonces noto la mano de Paul en mi cadera y un suspiro de valentía me hizo clavarle el puñal, acabando con sus últimos segundos de vida.
Me giré hacia Paul, tiré el puñal, me fundí entre sus brazos y me perdí en su olor a sudor, sangre y su aroma corporal. Comencé a llorar.

-Tranquila, del otro ya me he ocupado yo -susurró en mi oído.

Nos giramos al oír a Madelle toser y nos acercamos a ella.

-Madelle, ¿cómo te encuentras? -dije limpiando la sangre que tenía en su frente con mi camiseta.

-Sólo necesito descansar -dijo entre suspiros.

-Yo la acompañaré -dijo Rick apareciendo por la puerta limpiándose las manos y sonriendo.

Madelle asintió y observé como poco a poco a paso lento Rick y Madelle dejaban el salón y cerraban la puerta.
Miré a Paul y esté metió la mano en mi bolsillo para sacar el collar. Me di la vuelta y noté como sus dedos pasaban alrededor de mi cuello erizándome el bello y se me escapó una risa tonta. Me puso el collar y me giré hacia el.

-¿Qué tal si vamos a la habitación a ducharnos? Además, necesitamos descansar -dije mientras me limpiaba la sangre mi nariz.

-Claro, tienes un aspecto horrible -dijo mientras me limpiaba él la sangre de mi nariz y frente.

-¡Oye! Al menos podrías fingir -dije sonriendo. Al fin sonreía, y gracias a él.

De repente, su mano rozó mi mejilla y sus labios se posaron en mi frente.

-Sabes, que estas preciosa hasta con sangre en la nariz.

Cada palabra, cada gesto, me hacía sonreír y olvidar por un momento lo que había pasado. Paul cogió mi mano y me dirigió hacia nuestra habitación.
En cuanto llegué, cogí una toalla y ropa limpia y me metí en la ducha. Cuando terminé, salí y allí estaba Paul para ocupar mi puesto en la ducha.

-Esto es lo malo de una sola ducha Amelie -dijo mientras cogía una toalla.

-La próxima vez, dejo que te duches conmigo -dije riendo mientras doblaba la toalla.

-Veo que has recuperado tu sentido del humor.-dijo mientras se metía en el baño.

Comencé a reír, era una broma pero, ¿qué broma nunca tiene parte de verdad?
Pasé los diez minutos en los que Paul estaba en la ducha, ojeando libros de fábulas de la estantería.

-Está anocheciendo -dijo Paul mientras salía del baño.

-Qué rápido se ha pasado el día, ¿no crees? He matado a una persona, mirándola a los ojos, y tal vez no me arrepienta. Otro hombre, quería raptarme y llevarme con él, y, ¿sabes lo peor de todo? Que casi te matan por mi culpa, si hubiera ocurrido, yo no podría... -dije entre sollozos dejando el libro y andando de un lado para otro.

De repente Paul se acercó a mi y sostuvo mi cara entre sus manos.

-¿Pero sabes que? Que estoy aquí, vivo y todo gracias a ti. Has sabido ser fuerte y luchar por ti y por todos nosotros. ¿Y sabes lo mejor de todo? Que puedo hacer esto.

De repente, los labios de Paul se rozaron con los míos y nos fundimos en un deseado beso. Agarré su cuello y volví a besarle, una y otra vez. Me pegaba a él deseando que los escasos centímetros que nos separaban desapareciesen. Paso a paso, nos tumbamos en la cama. El acariciaba mi cuerpo con sus manos mientras nos besábamos y reíamos. Fundía mis manos en su pelo y sus besos cada vez tenían más pasión. Lo hacía con ternura y deseo a la vez y yo solo quería mirarle a los ojos, besarle cada centímetro de su cuerpo y abrazarle. Anocheció y amaneció y yo seguía enganchada a los labios de Paul.

miércoles, 2 de julio de 2014

Capitulo 10.


Observo por última vez a el hombre que yo misma he matado y aparto la vista con lagrimas en los ojos. Mi mente solo albergaba la imagen de cómo poco a poco le fui quitando la vida a ese hombre. Como poco a poco este maldito collar ha matado a una persona.

Miro a Paul y el viene hacia mi y me abraza. Siento sus músculos contra mis brazos y su boca en mi pelo.

-Tranquila - susurró Paul mientras me abrazaba.

Me separo y le miro a los ojos. Lo único que veo en sus verdes ojos es pena, pena por mi.

-No quiero esto, no quiero volver a hacerlo. Ni si quiera a una roca.

-Tranquila Amelie, te acabarás acostumbrando, son criminales. -dijo Rick de forma tranquila.

La rabia comenzó a inundarme. Y comencé a tener asco a esta situación.

-¡Cómo puedes decir que me acabaré acostumbrando a matar gente! ¡Son personas Rick, por mucho daño que hayan hecho no merecen morir! - dije chillando y llorando de la rabia.

Paul toca mi brazo de modo tranquilizador pero me aparto bruscamente.

-¡Déjame Paul! No quiero estar aquí, no quiero matar gente, no quiero salvar nada.

Cojo el collar y lo arranco de mi cuello. Se lo tiro a Paul y salgo corriendo de la sala. Me seco las lagrimas y cruzo el castillo hasta la salida. Oigo como Paul chilla mi nombre nervioso, pero prefiero no oír su voz ya que podría hacerme cambiar de opinión.

-¿Donde va señorita? -dijo el elfo que guardaba la puerta.

No le contesto, me limito a mirarle con cara enfadada, frunciendo el ceño y arrugando mis labios y él sin rechistar, abrió la puerta. Al menos, alguien que no me obligaba a nada.

Salgo por la puerta y me desvío por un camino. Notaba como poco a poco iba dejando atrás esa rabia y enfado. Comencé a adentrarme en el bosque. Miraba a mi alrededor, como desaparecía entre la maleza y el olor a hierba y hojas me tranquilizaba. Me encantaba el olor a bosque, a naturaleza. Supongo que no todo el mundo valora la naturaleza, pero si tan siquiera pisaran estos campos una vez, cambiarían de idea.
Mi cabeza seguía dándole vueltas a lo que había pasado hace media hora. Como maté a una persona y como Paul me miraba con pena, nunca le vi mirándome así. Tal vez, no me esté contando la verdad sobre lo que me espera, o tal vez, piense que soy demasiado débil. No quiero que nadie me mire con cara de pena, me haré fuerte.
Me paro y me siento en una piedra enorme. Siento que el único lugar donde soy feliz y estoy agusto es el campo y rodeada de tranquilidad. Me inundo en el silencio, pero de repente, unas pisadas me ponen alerta. Escucho con atención unos cuchicheos a lo lejos.

-''¿Estas seguro de que se fue de la fortaleza?''

-''Callate Louis. Confía en la bruja. Ella sabe lo que hace. Seguro que está por aquí y ahora cállate.''

Asimilo las palabras e intuyo que están hablando de mi. Salgo a hurtadillas del sitio donde estaba y me escondo detrás de un ancho árbol. Observo como un chico y una chica, vestidos de negro se acercan por el camino.

-''Como no la encontremos, el señor nos mata''

-''Prefiero estar muerto Alice.''

Lo que mi vista alcanzaba, la chica era pelirroja, alta y muy atractiva. No podría decir lo mismo del chico. Él era bajito y de pelo oscuro. Su cara era un poema, llena de preocupación y miedo. Observo como la chica le suelta un bofetada al oír su respuesta.

-''No seas idiota.''

Me pongo tensa al ver como pasan delante del árbol dónde estoy escondida. Cierro los ojos y tapo mi boca intentando que mi respiración no levante sospechas. El corazón se aceleraba cada vez más y me temblaban las piernas. Por fin, se alejaron. Me relajé y me senté intentando recobrar la tranquilidad.
Me levanté y comencé a seguirles caminando despacio y delicadamente. Quería ver de donde venían y que querían.
Pasamos el bosque, ellos a varios metros delante mía y yo detrás de ellos, escondiéndome cada vez que hacía algún ruido fuera de lo normal. Salimos del profundo bosque y se dirigieron a un bar situado en la carretera principal de la ciudad. Por su aspecto, era un bar de moteros.
La chica y el chico entraron, y tras diez minutos entro yo poniéndome la capucha que tenía mi sudadera. Entro y el ambiente era repugnante. Camareras con dos telas de ropa servían a clientes borrachos y malolientes. Me siento en la barra, a cuatro sillas de la chica y el chico.

-¿Que quieres preciosa? -me dijo el camarero.

-Una Coca-Cola -le dije con cara de asco ante el halago.

El camarero se retiró y pude girar la cabeza para observarles. Tomaban un cerveza cada uno y no mediaban palabra. Tomé mi Coca-Cola y un hombre se sentó al lado mía.

-Vaya vaya, una chica nueva en el bar. -dijo mirándome con cara de sorprendido.

El hombre llevaba barba y su aliento olía a whisky del malo.

-Si -dije sonriendo falsamente.

El hombre no paraba de mirarme y observar todos mis movimientos. De repente, veo como se acerca a la chica, que se encontraba cabizbaja. Le susurra algo al oído e inmediatamente levanta la cabeza alarmada.

-¿Donde? -chilla ella.

Mi corazón se aceleró y decidí que era hora de marcharme. Dejé el dinero en la barra y salí corriendo del bar. Cierro la puerta y comienzo a andar deprisa hacia el bosque. Me giro y veo como la chica sale del bar justo después y me mira asombrada.

-¡Eh, tú, ven aquí! -comenzó a chillar ella mientras corría hacia mi.

Comencé a correr primero lento y luego rápidamente. Saltaba y esquivaba rocas y ramas. Mi corazón se aceleraba y cada vez me pesaban más las piernas. Una sensación de adrenalina inundó mi cuerpo y me hacía correr más rápido. Llegué hasta el lugar donde, según yo sabía, estaba la fortaleza, pero no la veía por ningún lado. Me giré y vi que la chica corría con aspecto cansado a pocos metros de mi. Entonces pensé que el único lugar por donde se puede entrar es por la puerta, una vez que sales, todo desaparece a tus espaldas. Recordé que la puerta estaba cerca y eché a correr. Miré para atrás y la chica seguía allí, aunque en ese despiste, una roca se interpuso en mi camino y me caí rompiéndome el pantalón y cayéndome de boca. Me toqué la frente y estaba llena de sangre.
Hice caso omiso y seguí corriendo, pero con un leve escozor en la rodilla.
Por fin, llegué al árbol que Paul me enseñó e hice lo mismo que hizo él. Puse mis dedos en la boca y silvé tan fuerte como pude. Un pequeño temblor hizo aparecer la puerta y la atravesé corriendo cerrando la puerta a mi paso. Corrí pasando la hilera de casas de madera y el camino de flores hasta la fortaleza. La puerta estaba abierta. Me acerqué y vi unas flechas en el suelo. Atravesé corriendo la puerta pero un cuerpo en el suelo me asustó.

-Oh no.

Era el elfo que vigilaba la puerta. Su pequeño pecho estaba lleno de sangre y sus ojos abiertos. Puse la mano en sus ojos para cerrarlos y me levanté furiosa. Comencé a correr hacia la sala principal. Abrí y la puerta y una sensación de miedo me inundó.

-¡Paul!

Paul, atado a una silla y con un hombre, vestido de negro y con un pasamontañas  que le amenazaba con un chuchillo. Corrí hacia él pero un hombre igual vestido que el que amenazaba a Paul se interpouso en mi camino.

-¿Que está pasando? -dije con cara furiosa y cerrando los puños.

Cuando el chico iba a contestar un hombre, esta vez sin pasamontañas sale de una puerta agarrando a Madelle con un brazo y con otro sostenía un cuchillo.

-Buenas Amelie, ya era hora de conocernos -dijo con todo amable.

Me acerco a él llena de rabia.

-Suelta a Madelle ahora mismo -dije mirándole a los ojos y con un tono enfadado.

-¿O que? -dije mientras suelta una carcajada.

-O tendré que matarte. -dije desafiante y con voz segura. La voz de una chica que está dispuesta a matarle si es necesario.

Me giro y veo a Paul sufriendo y cada vez, la rabia era mayor. Veo como Madelle, con la boca tapada asiente y noto en sus ojos una chispa de confianza. Miro al hombre con enfado, pero el collar que lleva hace que una gota de sudor baje por mi frente. Él, el hombre que amenaza a Madelle tiene mi collar, el que me da el poder para matarlo, pero sin él, estoy perdida.

sábado, 21 de junio de 2014

Capitulo 9.

Asimilé las palabras en mi mente. Madelle quiere que destruyamos a los oscuros y así conseguir que la paz reine aquí.
Miro a Paul. El me mira y yo asiento.

-Lo haré. Lucharemos hasta que los oscuros desaparezcan.

Madelle sonríe y yo lo hago con ella.

-Perfecto. Mis ayudante te enseñarán cómo desarrollar todo ese poder que tienes dentro. Amelie, confía en ti misma, eres mas fuerte de lo que te puedes imaginar.

Nunca he sentido que tuviera un poder dentro de mi, pero si Madelle lo cree y me pueden ayudar, creo que podré ayudar.

-¿Qué poderes tengo exactamente?

Miro a Madelle y ella hace un gesto llamando a uno de sus ayudantes.

-¡Rick! Ven.

Un muchacho rubio de ojos azules se acerca. Lleva un traje hecho con hojas y flores. En su pelo tiene una tiara de flores, que al oir el sonido que produce el chico son las flores musicales del sendero.

-Necesito que enseñes técnicas a Amelie. Ya sabes para qué.

-Claro Madelle. Aunque primero debería descansar. Tiene mala pinta y debe de estar completamente descansada.

- La verdad es que estoy bastante cansada.

-No hay problema Amelie, Rick os acompañará a los dos a vuestras habitaciones. La verdad es que se está haciendo bastante tarde.

Miro a Paul y él sonríe. Sus ojos alegres me indican que todo va bien y que siga adelante con esto.

-Chicos, por aquí. ¿Habitaciones separadas o en la misma?

Miro a Paul confundida. ¿En la misma habitación? Mi mente decía que separadas pero un deseo dentro de mi quería que durmiésemos en la misma habitación.

-Mm... ¿Paul? Tu decides.

-Rick, creo que dormiremos en la misma.

Mi corazón se paró. Paul quería dormir en la misma habitación conmigo. Una brisa cálida y reconfortante inunda mi cuerpo. Miro a Paul y le sonrio.
Recorremos los largos y coloridos pasillos y llegamos a la habitación. La puerta era enorme y decorada con flores pintadas en color dorado. Rick abre la puerta y la habitación es bastante pequeña en cuanto a la dimensión de la puerta. Sólo hay un sillón marrón, un escritorio con un jarrón lleno de flores y una cama.

-¿Una cama?-digo asombrada.

Paul comienza a reír y yo le miro timida.

-Chicos, una habitación para dos tiene que tener solo una cama, ya sabeis.

Comienza a guiñar el ojo y todos empezamos a reir. Rick comienza a dirigirse a la puerta.

-Hasta mañana chicos.

Rick cierra la puerta y todo se queda en silencio. Comienzo a andar por la habitación. Es muy colorida y huele a flores recién cortadas y lluvia. El cabecero de la cama es de roble y las sabanas son blancas. Encima de la cama hay un cuadro de un paisaje muy idílico. Me acerco al escritorio y veo que hay una carta encima. La cojo y leo en alto.

-''Disfruten de su estancia y recuerden mirar al techo cuando duerman''

Miro a Paul y él realiza la misma pregunta que pienso yo.

-¿Al techo?

-Durmamos y lo sabremos. Creo que voy al baño para asearme e irme a la cama.

Paul me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Cuando él me hace cualquiero muestra de afecto, se me eriza el bello de los brazos.

Todo el baño está recubierto de madera y las toallas son rosas con los bordes dorados. Al lado del baño, unos jabones en forma de hoja desprendían un olor agradable.
Me aseo y salgo por la puerta. Veo a Paul tumbado en la cama leyendo uno de los libros que estaban encima de la mesilla de noche. Voy hacia la cama y me tumbo.

-¿Qué lees?

-Un cuento que estaba aquí encima, pero es aburrido.

-Creo que es hora de dormir.

Paul se gira para mirarme y yo hago lo mismo. La leve luz de las lámparas de mesilla me deja ver sus preciosos ojos y las sombras que hace la luz en su cara.

-Eres muy valiente Amelie. Yo no habría aceptado así porque sí.

-Esa mujer me da buenas sensaciones, como tú.

Paul sonríe y cuando el sonríe todo se para. El mundo se congela y se vuelve negro, y es su sonrisa la que alumbra todo. Sus dientes son blancos y perfectamente alineados, bordeados con sus labios carnosos.

-Buenas noches Paul.

-Buenas noches Amelie.

Apago las luces y me tumbo boca arriba. Entonces, en ese momento, entiendo la nota que estaba en el escritorio. Pequeñas pero numerosas luces colgaban del techo alumbrando toda la habitación. Era un ambiente de ensueño. Miro a Paul y él está mirando el techo asombrado.

-Ahora entiendo la nota.

-Paul, gracias por todo.

De repente se gira y me toca la cara con dulzura.

-Te protegeré con mi vida ¿recuerdas?

Cierro los ojos y sólo me centro en la calidez de su mano sobre mi cara. De repente me acomodo en su pecho para dormir y tras varios minutos observando las lucecitas, me quedo dormida.

Dicen que no hay mejor despertar que el canto de los pájaros al amanecer.
Abro los ojos. La ráfaga de luz que entra por la ventana y los pájaros me despiertan.
Paul está sentado en el sillón observando por la ventana.

-Dile a esos malditos pájaros que se callen.

-Buenos días, veo que tienes buen despertar.

-Demasiado. Tenemos que prepararnos, Rick no tardará en venir. Aunque aquí, se está tan bien.

Me acurruco entre las almohadas y me estiro. De repente, Paul se tumba encima mia.

-Dios,me vas a aplastar Paul.

Comenzamos a reír y me doy la vuelta para encontrarme cara a cara con él.

-Estas preciosa por las mañanas.

Sonrío y le doy un abrazo. Me quedaría así con él para siempre.

-Vamos pequeña, si no quieres llegar tarde.


Al cabo de quince minutos, Paul y yo nos arreglamos y salimos por la puerta. Llegamos al salón dónde se localiza Madelle.

-Buenos días chicos. ¿Preparados?

Sonrío para mostrar seguridad. Estaba entusiasmada y con ganas de demostrar a todos el poder que tengo. De repente Rick se acerca.

-Vamos chicos. Empezaremos aquí.

Rick mete su mano en el bolsillo y saca un collar. El collar tiene una piedra azul en forma de cubo rodeada de un cordón dorado formando nudos.

-Toma Amelie. Este va a ser el objeto que desarrollará tu poder y te ayudará a hacerte cada vez más fuerte. Cuanto mas practiques y aprendas más poderoso será ese collar. En todo lo que hagas, el collar te ayudará.

-Es precioso.

Lo cojo e intento ponérmelo.

-Trae Amelie, te lo pondré yo.

Coge el amuleto Paul y me lo pone delicadamente alrededor de mi cuello. Me giro y le miro para darle las gracias.

-Estoy preparada.

De repente un grupo de enanos, coge una figura costosamente y la pone delante mía.

-Empezaremos con algo sencillo. Tienes enfrente una figura humana hecha de piedra. Tienes que concentrarte y mirarla fijamente. Tan sólo tienes que imaginar en tu mente como la figura se rompe en mil pedacitos y el collar te ayudará.

Me concentro en la figura y me imagino con su cabeza se desploma y como sus brazos caen.
Tras cinco minutos no consigo nada.

-No puedo Rick.

-Sí, sí puedes. Concéntrate.

Me vuelvo a concentrar y cojo el collar con las dos manos y miro fijamente en la figura. De repente, unas grietas comienzan a salir desde los pies, recorriendo toda la figura hasta la cara.

-Ya casi lo tienes Amelie.

Agarro el collar con fuerza y me concentro lo mejor posible. De repente, la imagen que tenía en mi cabeza sucede con la figura. Su cabeza se desploma produciendo un enrome ruido y los brazos se caen separándose del cuerpo.
Miro a Paul y luego a Rick.

-Lo hice. Lo he conseguido.

Sonrío y me acerco a ver la figura. La he roto por completo. Me asombra ver que eso, lo he hecho yo. Yo he roto esta figura y yo tengo el poder para hacerlo.

-Muy bien Amelie, ahora, te lo pondré un poco más difícil.

Rick hace un gesto, llamando a unos guardias situados delante de una puerta con rejas negras. De repente, las rejas se abren y sale un hombre sucio y con mala cara. Tiene el pelo alborotado y sólo viste con un saco. Le miro y el me mira con ira y desprecio.

-¿Quien es Rick?

-Un preso, ha participado con los oscuros y hace cincuenta años, mató a mas de mil personas aquí. Ahora, pagará por todo lo que ha hecho. Amelie, tienes que hacerle lo mismo que le has hecho a la figura.

De repente, mi cara se vuelve blanca y noto como una punzada en mi tripa me azota. No puedo matar a una persona, aunque hubiera hecho lo más terrible del mundo.
Me acerco a Paul y le abrazo.

-No puedo hacerlo, no puedo matarle.

-Amelie, cuando te enfrentes a ellos, tendremos que hacerlo, pero no con uno, con miles. Eres fuerte, piensa en las familias que ha destruido, en todo lo que ha causado y lo más importante, que se ha aliado con el enemigo.

Le miro, y en sus ojos encuentro mi alivio. Me giro y miro al preso. Veo en sus ojos, la mente de un asesino, de una persona sin piedad, de alguien oscuro.

-Lo haré.

Me pongo delante de el, agarro mi collar y repito en mi mente la imagen de la figura de piedra, pero sustituyéndola por la de un hombre de verdad. Comienzo a concentrarme en la imagen y apretando con fuerza el amuleto. Los chillos del hombre retumban por toda la sala y me desconcentran. Veo como sus brazos comienzan a ponerse morados y sus ojos desprenden lagrimas de sangre. Se arrodilla y cae rendido por el dolor. Me concentro en que su corazón deje de latir, y lo consigo. El hombre ya no chilla, ni se retuerce. Está muerto. Unas lagrimas inundan mis ojos y no me dejan ver. He matado a una persona y me siento como una asesina.

sábado, 14 de junio de 2014

Capítulo 8.

Seguí observando la foto durante cinco minutos. Mi padre posaba sonriente y cariñoso con la anciana que acabo de conocer, Carrie. Todo se convirtió en un silencio sepulcral hasta que Carrie habló.

-Tu padre es una excelente persona. Nos ha ayudado mucho a todos nosotros. Es una persona buena, amable y muy conocido aquí. Tienes suerte de tenerlo como padre.

Unas pequeñas lagrimas se escaparon de mis ojos. Me emociona oír eso de mi padre.

-Me honra escuchar eso de mi padre. Todavía no me puedo imaginar a mi padre entre hadas y seres fantásticos que viven tras un árbol. ¿Puedo preguntar exactamente en qué ayudó mi padre?

-Nos ayudó a la construcción de las casas y en los cultivos. Sinceramente le estamos muy agradecidos.

De repente Paul me acarició el brazo y me dirigió levemente hacia la puerta.

-Bueno Carrie, nos tenemos que ir. Quiero enseñarle más cosas.

Pero en mi cabeza todavía tenía una duda, ¿mi padre era un ser sobrenatural o tan sólo un humano que sabe de la existencia de este lugar?

-Perdone Carrie pero tengo la última pregunta, ¿mi padre qué clase de criatura es?

-Tu padre pertenece al árbol genealógico de los llamados elementales. Toda tu familia tiene el gen de ser elemental, pero sólo tu, tienes las características completas. Sólo tu sirves para romper la maldición a los oscuros y sólo tu nos salvas de esa desgracia. Este suceso sólo ocurre tras muchas generaciones de elementales. El hecho de tener un árbol genealógico de elementales hace que tu padre pueda ver todo esto, un mundo al margen de la sociedad que ahí fuera se vive.

- ¿Y mi hermana?

-Tu hermana, al igual que tu contenéis el árbol genealógico de tu padre. Aunque ella tenga el gen, no lo contiene completo. Ella puede ver todo esto. Por otra parte y antes de que preguntes, tu madre, no procede del árbol genealógico por lo que no puede ver nada de esto.

-¡Fascinante!

La efusividad con la que Carrie me contaba toda la historia, hacia que cada vez mi mente quisiera saber cada vez más. Me giré para observar a Paul y vi como el me llevaba observando desde hace bastante tiempo.

-Es simplemente increíble... Paul, quiero ver todo lo que esconde este lugar.

Paul y yo nos dirigimos hacia la puerta.

-Hasta otra Carrie, ha sido un placer.

Paul y yo salimos. Todo estaba lleno de luz y colores vivos. Parecía un escenario sacado de un cuento de fantasía. Cuando ya estamos fuera de la casa, Paul se pone enfrente mía, cerca, tan cerca que puedo oler su aliento.

-Espero que tanta información no te estrese ni te preocupe. Si no quieres hacer esto, lo entenderé y podemos ir a casa.

-Tranquilo. Este mundo me parece fascinante e increíble. Y tengo muchas ganas de saber muchas más cosas y descubrir todo lo que sea posible.

Acaricio con dulzura la cara de Paul, indicándole que todo está bien.

-Gracias Paul.

Paul me responde con una sonrisa. Cuando le veo sonreír, un sentimiento en la tripa aflora.

-Toda sociedad, fantástica o no, tiene alguien que pone orden. Nosotros tenemos a una persona, que nos dirige y es la Presidenta Madelle. Ella dicta las normas que debemos de seguir. Es muy seria pero seguro que se alegrará de verte.

-Voy a tener que realizar una lista de las personas que conozco.

Paul y yo nos dirigimos por un camino que está justo al lado de la casa de la anciana Carrie.
Es un camino lleno de baldosas blancas y macetas con flores de distintos tamaños y colores. Paul se detiene en seco.

-Para. Escucha detenidamente.

Paré, y puse toda mi atención a lo que Paul quisiera que escuchase. De repente, oigo una leve melodía, como si fuesen campanitas.

-Que sonido más bonito. ¿De donde proviene?

-Son flores musicales. La brisa del viento hacen que sus pequeños pétalos desprendan notas musicales. Cuando hace viento, todo el mundo viene aquí para escucharla.

Nos acercamos a observarlas mas de cerca.

-¿Cuál es tu color preferido Amelie?

-El morado. ¿Por qué?

De repente, Paul arranca una flor morada.

-Toma, para  cuando quieras escucharlas. Solo tienes que soplar.

Noté como mis mejillas se ponían cada vez más cálidas. Nunca nadie me había regalado una flor, y menos una que realizaba melodías. Me acerqué a Paul y le di un beso en la mejilla.

-Muchas gracias.

-Sigamos caminando.

Seguimos el sendero de baldosas y flores musicales. De vez en cuando, Paul bailaba al son de las melodías, para hacerme reír. Notaba que Paul se relajaba más y entablábamos mucha mas conversación. Ya no estaba rígido y alerta en todo momento. Notaba, que él aquí, era más feliz y tranquilo.

Cuando el sendero acabó, alcé la vista al frente y justo enfrente mía, había un castillo. Un castillo de color marrón, lleno de enredaderas verdes y una gran puerta. Era cómo los castillos de la época medieval, te hacían sentir diminuta.

Paul y yo nos acercamos a la puerta. Paul llamó y en una pequeña ventana situada una cabeza más alta que nosotros se abre. Se deja ver un ser, con la cara arrugada y la nariz muy grande.

-Vaya Paul, parece que tenemos vista.

Su voz temblaba y era la voz de una persona anciana, pero su cara me decía lo contrario.

-Abranos.

De repente, la majestuosa puerta se abre dejando un ruido estruendoso. Al abrirse vemos como el hombre que nos ha abierto la puerta, baja de una escalera y una vez abajo no me supera la altura de la cadera. Me quedo mirándole sorprendida.

-¿Qué mira señorita? Soy un elfo, nada extraño.

-Para nada.

Pasamos al elfo y nos dirigimos al interior del castillo. Dentro todo es diferente. Las paredes son coloridas, con azulejos de distintos colores. No hay muebles, solo un largo pasillo hasta otra puerta, esta más pequeña y de color azul. Llegamos hasta la puerta y Paul la abre.
Al abrirla, vemos una sala tan grande que mi vista no puede verla entera. Lo primero que me llama la atención es que los muebles están recubiertos de flores y del techo cuelgan hilos llenos de luces blancas. Está todo lleno de pequeñas hadas revoloteando de acá para allá. Hay también, un grupo de elfos con bandejas llenas de vasos y teteras. Llevan trajes de camarero hechos a su medida, claro.

-Os estábamos esperando.

Una voz potente proviene del medio de la sala. Hay un trono, tan grande que toca el techo y está recubierto de rosas. A ambos lados, tiene unas jaulas de unos pájaros iguales a los de Carrie.
Nos vamos acercando y puedo ver como una mujer. Nos situamos enfrente de ella y puedo observar su gran sombrero morado con bordes dorados, su cara con rayas negras en la frente y en la barbilla y un traje morado con bordes dorados también, aunque esta vez recubierto de flores. Su pelo es negro y con unos rizos perfectos.

-Buenas, ¿Amelie cierto?

-Si-si señora, soy Amelie.

-Muy bien, soy la reina del mundo de los puros. Supongo que Paul te lo ha contado.

-Sí, me ha explicado todo eso.

-Perdón Madelle, me gustaría que le explicaras lo de los elementos, si es posible.

Los elementos... Eso fue lo que dijo John, que proveníamos de los elementos. En ese momento no me creía nada y solo pensaba que era uno de estos hombres que hacen programas de tarots por las noches, pero ahora, todo esto me hace replanteármelo.

-Claro. Amelie, tengo que explicarte que dentro del mundo, hay cuatro divisiones: el agua, el viento, la tierra y el fuego. El mundo de los puros sólo tiene tres: el agua, el viento y la tierra. El fuego pertenece a los oscuros. Cada vez que nace una persona se le atribuye una cualidad, si es una persona del agua, del viento o de la tierra. Yo, soy de la tierra. Mis cualidades son la obsesión por todo lo relacionado  con la tierra como las flores, arboles o hierba. Paul, procede del viento, de ahí que sea un ángel protector. Su especialidad y su obsesión son los pájaros o el cielo y sus constelaciones.

-¿Y yo de donde provengo?

-Al ser elemental, adquieres el poder del agua, del viento, de la tierra pero también la del fuego.

-Mi profesor de biología, me contó toda esta historia de los cuatro elementos.

-¡Alocado John! El procede también de la tierra.

Todavía necesitaba asimilar esta información. Es totalmente distinto a toda ideología del mundo que tenía. Nunca me hubiera imaginado que estaría delante de la reina de un mundo paralelo del cual tengo que ser responsable de que no caiga en la catástrofe. Pero mi duda era, ¿realmente cual es mi función una vez aquí?

-Pero una vez aquí Madelle, ¿cuál es mi función?

-Después de muchos años de guerras y miedo, hemos llegado a la conclusión de que con el poder de todos nosotros y el tuyo podemos destruir el otro sector, el sector oscuro, para siempre.